

Admiro la FE de Santa Teresa del niño Jesús
SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS.
Tengo un cariño muy grande,
pues una monjita regalo un librito del Divino niño Jesús
para mi fue un alivio muy grande
pues recorde cuando una vez fui a una iglesia a pedir por alguien
y cuando eso volteo y veo al niño Jesús sonriendome
y despues pude ayudar a esa persona.
Gracias a Dios.
Fue una alegria encontrar este librito
pues en este librito había un comentario
Santa Teresa del Niño Jesús
muy humilde y comence haber en forma espiritual lo
que me estaba pasando
y cuando lei la biblia me reia mucho era muy bonito
pero despues me daba unas lloradas
pero fue ahi cuando comenzaba a comprender a Santa Teresa del niño Jesús
fue un precioso tiempo
y pues ahora tengo que agarrame fuerte del Rosario
Corazón de Jesús
Corazón de María
Divino niño Jesús
y leer y aprender de Santa Teresa del niño Jesús y de los demás Santos
admiro la vida de estós santos.
Esta parte me gusta más Si lo comprendiéramos mejor, si lo reflexionásemos más, estimaríamos mucho más el crecimiento en el amor
lo demás no me interasa
humildemente yo soy feliz
realmente admiro la Fe de Santa Teresa del niño Jesús
Son los actos divinos los que cuentan y éstos no se realizan sino en Dios, desde Dios, en su Corazón. En el Amor.
¡MISTERIO DEL AMOR DE DIOS!
Misterio de su participación de su vida en nosotros... Si lo comprendiéramos mejor, si lo reflexionásemos más, estimaríamos mucho más el crecimiento en el amor que la salud, y el dinero y el amor humano. No hay nada que se pueda comparar con este don sublime de la misma vida de Dios que nos diviniza y nos hace poderosos en Dios y nos sumerge en el misterio de la Redención y nos da eficacia en el orden santificador. Pensando en la realidad de un hombre que muere por nosotros: “Me amó y se entregó a sí mismo por mí”, San Pablo (Gal 2,20) quedaba abrumado y extasiado. Si esta verdad que está en nuestra cabeza, llegara al corazón y experimentáramos el amor de Dios, nos dedicaríamos a las buenas obras que él determinó que practicásemos, por amor suyo y sin atrevernos a pasarle factura, como afirma la Nueva Doctora de la Iglesia, Santa Teresa del Niño Jesús: “Después de haber recibido tantas gracias, ¿no puedo cantar con el salmista “cuán bueno es el Señor, cuán eterna es su misericordia?”. Creo que si todos los hombres se dieran cuenta de tanto amor, nadie tendría miedo a Dios, sino que le amarían inmensamente; nadie cometería nunca ni un solo pecado, por amor y no por temor”. Porque como escribe San Ireneo: “Dice Juan en el Apocalipsis: Era su voz como el estruendo de muchas aguas. Pues muchas son las aguas del Espíritu de Dios, porque rico y grande es el Padre”. Se equivocaron tanto quienes creen que a la Iglesia se la sirve con actos humanos...Son los actos divinos los que cuentan y éstos no se realizan sino en Dios, desde Dios, en su Corazón. En el Amor. Limitaron el poder humano sobrenaturalizado, con mirada modernista.
LAS NECESIDADES DE NUESTRO TIEMPO
El Papa Pablo VI, dirigió una carta al obispo de Bayeux - Lisieux, con motivo del Centenario del nacimiento de santa Teresa, en la que manifestó que el mensaje de la Santa de Lisieux, fuera expuesto de acuerdo con las necesidades espirituales de nuestro tiempo. “Formulando estos votos con un corazón ardiente, os alentamos, querido hermano en el Episcopado, a emplear todos los medios para que el mensaje de la Santa de Lisieux sea expuesto nuevamente, meditado, profundizado, de acuerdo con las necesidades de nuestro tiempo... (Ecclesia, 20 enero 1973, Pág. 11). Las necesidades de nuestro tiempo...unos se secularizan porque no encuentran aún bastante clara la identidad del sacerdocio... Otros apenas si tienen tiempo para las pequeñas tareas sin brillo, pensando que son ellos los que forjan la historia de la Iglesia... Otros, en busca de novedades, resucitan errores ya viejos en la historia multisecular de la Iglesia... Las necesidades de nuestro tiempo... Lo que está necesitando la Iglesia de hoy es el programa que Teresa del Niño Jesús nos propone: su caminito de infancia espiritual. A lo que menos nos resignamos es a ser niños. Ya somos muy mayores. Y se proclamará con voz ahuecada llena de soberbia que hemos llegado a la mayoría de edad. Con tanto como hoy se sabe... Con las cumbres tan altas que ha alcanzado a estas horas la inteligencia del hombre... hacernos niños... Y sin embargo Jesús nos dice: “Si no os hiciereis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3). Pero hacernos niños supone dar un golpe mortal a la soberbia en que se está destruyendo la vida humana. Dar valor a las cosas pequeñas. Porque no son las cosas las que tienen valor sino el amor con que están vivificadas. Dios no necesita nuestras deslumbrantes obras, nuestras retóricas huecas... Lo que Dios busca es nuestro amor. Y el amor puro puede vivificarlo todo: desde las recepciones de un Jefe de Estado hasta la acción tan trivial de pelar patatas en la cocina. He ahí las necesidades de nuestro tiempo. Esta es la llaga que con dedo certero señaló el Papa Pablo VI cuando pidió “que el mensaje de santa Teresa fuera propuesto de acuerdo con las necesidades de nuestro tiempo”. Es el amor por lo pequeño, el cuidado de lo más opaco, la atención a las cosas más insignificantes, que son las que constituyen en mayor número la vida humana, lo que hay que hacer y además, hacerlo por amor de Dios. En eso es maestra Santa Teresa.
El Papa Pablo VI, dirigió una carta al obispo de Bayeux - Lisieux, con motivo del Centenario del nacimiento de santa Teresa, en la que manifestó que el mensaje de la Santa de Lisieux, fuera expuesto de acuerdo con las necesidades espirituales de nuestro tiempo. “Formulando estos votos con un corazón ardiente, os alentamos, querido hermano en el Episcopado, a emplear todos los medios para que el mensaje de la Santa de Lisieux sea expuesto nuevamente, meditado, profundizado, de acuerdo con las necesidades de nuestro tiempo... (Ecclesia, 20 enero 1973, Pág. 11). Las necesidades de nuestro tiempo...unos se secularizan porque no encuentran aún bastante clara la identidad del sacerdocio... Otros apenas si tienen tiempo para las pequeñas tareas sin brillo, pensando que son ellos los que forjan la historia de la Iglesia... Otros, en busca de novedades, resucitan errores ya viejos en la historia multisecular de la Iglesia... Las necesidades de nuestro tiempo... Lo que está necesitando la Iglesia de hoy es el programa que Teresa del Niño Jesús nos propone: su caminito de infancia espiritual. A lo que menos nos resignamos es a ser niños. Ya somos muy mayores. Y se proclamará con voz ahuecada llena de soberbia que hemos llegado a la mayoría de edad. Con tanto como hoy se sabe... Con las cumbres tan altas que ha alcanzado a estas horas la inteligencia del hombre... hacernos niños... Y sin embargo Jesús nos dice: “Si no os hiciereis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3). Pero hacernos niños supone dar un golpe mortal a la soberbia en que se está destruyendo la vida humana. Dar valor a las cosas pequeñas. Porque no son las cosas las que tienen valor sino el amor con que están vivificadas. Dios no necesita nuestras deslumbrantes obras, nuestras retóricas huecas... Lo que Dios busca es nuestro amor. Y el amor puro puede vivificarlo todo: desde las recepciones de un Jefe de Estado hasta la acción tan trivial de pelar patatas en la cocina. He ahí las necesidades de nuestro tiempo. Esta es la llaga que con dedo certero señaló el Papa Pablo VI cuando pidió “que el mensaje de santa Teresa fuera propuesto de acuerdo con las necesidades de nuestro tiempo”. Es el amor por lo pequeño, el cuidado de lo más opaco, la atención a las cosas más insignificantes, que son las que constituyen en mayor número la vida humana, lo que hay que hacer y además, hacerlo por amor de Dios. En eso es maestra Santa Teresa.
AMOR PURO
«En el rezo de Sexta hay un versículo que pronuncio siempre con repugnancia. Es éste: “Decidí en mi corazón cumplir tu voluntad por la recompensa”. Me apresuro a decir interiormente: “¡Oh, Jesús mío, bien sabéis que no os sirvo por la recompensa, sino únicamente porque os amo y por salvar almas!”» “Yo presentía ya lo que Dios reserva a los que le aman... y viendo estas recompensas eternas desproporcionadas con los sacrificios de esta vida quería amarle con pasión, darle mil muestras de ternura mientras aún podía hacerlo”.
MAESTRA DEL AMOR.
Teresa ha vivido con genial intuición, de la que no estaba ausente la gracia, la espiritualidad del Evangelio, cuyo resumen es amor, como hemos dicho, pero además ha captado la fuerza galvanizante del amor, aun del humano, lo que pasa es que ella vio con una caridad impropia de sus años, aparte de que no había experimentado desengaños que la amaestrasen, que las criaturas humanas la dejaban con hambre. Escuchemos sus palabras:
Necesito un corazón ardiente de ternura,
que sea mi apoyo para siempre;
que ame todo en mí, hasta mi debilidad,
que no me abandone ni de día ni de noche.
No he podido encontrar criatura alguna
que me amara siempre sin morir;
necesito un Dios que tome mi naturaleza,
que se haga mi hermano y pueda sufrir».
Cuando en mi joven corazón se encendió
esta llama que se llama amor,..
viniste tú a reclamarla.
Y tú solo, oh Jesús, pudiste
Contentar mi alma.
Porque tenía necesidad de amar
hasta el infinito
Teresa ha vivido con genial intuición, de la que no estaba ausente la gracia, la espiritualidad del Evangelio, cuyo resumen es amor, como hemos dicho, pero además ha captado la fuerza galvanizante del amor, aun del humano, lo que pasa es que ella vio con una caridad impropia de sus años, aparte de que no había experimentado desengaños que la amaestrasen, que las criaturas humanas la dejaban con hambre. Escuchemos sus palabras:
Necesito un corazón ardiente de ternura,
que sea mi apoyo para siempre;
que ame todo en mí, hasta mi debilidad,
que no me abandone ni de día ni de noche.
No he podido encontrar criatura alguna
que me amara siempre sin morir;
necesito un Dios que tome mi naturaleza,
que se haga mi hermano y pueda sufrir».
Cuando en mi joven corazón se encendió
esta llama que se llama amor,..
viniste tú a reclamarla.
Y tú solo, oh Jesús, pudiste
Contentar mi alma.
Porque tenía necesidad de amar
hasta el infinito
SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS, DOCTORA DE LA IGLESIA
Tres generaciones familiares han pedido a Dios un misionero. Admirable y asombroso el empeño en el poder de la oración de la familia Martin. Y lo han visto recompensado. Con su oración han conseguido que Teresita fuera misionera. Abuelos, padres, hermanitas, todos constantemente se reúnen en oración para que el Señor les conceda un nieto, un hijo, un hermano, misionero. La oración se intensifica cuando viviendo en los Buissonets de Lisieux, se espera, después de cinco niñas, el nacimiento del misionero. Aún no existen, por supuesto, ecografías. Todos reunidos esperando la noticia del médico, que anuncia a la familia expectante: “Será misionera”.
SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS Y SU CAMINITO
Se llama caminito porque prescinde de los caminos extraordinarios, y demuestra el estado de infancia ante Dios y porque es corto en cuanto renuncia a distancias que se pueden medir. No es caminito porque es el que recorren las personas imperfectas. La misión de santa Teresa del Niño Jesús será enseñar su caminito: “Presiento que voy a entrar en el descanso, pero sobre todo presiento que mi misión va a comenzar: la misión de hacer amar a Dios como yo le amo, de entregar mi caminito a las almas”. El caminito de Teresa es el primer mandamiento cumplido con toda verdad. Tras la anestesia puedes cortar lo que quieras. El amor de Dios adormece los apetitos. Ella nos cuenta que cuando ve a su Dios mendigo de amor no lo puede resistir. El crucifijo del patio le mendiga sacrificios. Pero su amor es tan delicado que quiere ser “imitación de la humilde violeta, que derrama su aroma sin que las criaturas sepan de dónde viene el perfume. Lo ha aprendido en su Maestro y consanguíneo, San Juan de la Cruz. Para no afligirle no llorará delante de Dios. « ¿Llorar delante de Dios? No, para no entristecerle». Por lo mismo sonreirá durante las disciplinas. Quiere coger a Jesús por el Corazón. Si un niño se echa al cuello de su madre... todo lo consigue. Y esto vale para todos, aunque fuera una gran pecadora como Magdalena o el buen ladrón.
Se llama caminito porque prescinde de los caminos extraordinarios, y demuestra el estado de infancia ante Dios y porque es corto en cuanto renuncia a distancias que se pueden medir. No es caminito porque es el que recorren las personas imperfectas. La misión de santa Teresa del Niño Jesús será enseñar su caminito: “Presiento que voy a entrar en el descanso, pero sobre todo presiento que mi misión va a comenzar: la misión de hacer amar a Dios como yo le amo, de entregar mi caminito a las almas”. El caminito de Teresa es el primer mandamiento cumplido con toda verdad. Tras la anestesia puedes cortar lo que quieras. El amor de Dios adormece los apetitos. Ella nos cuenta que cuando ve a su Dios mendigo de amor no lo puede resistir. El crucifijo del patio le mendiga sacrificios. Pero su amor es tan delicado que quiere ser “imitación de la humilde violeta, que derrama su aroma sin que las criaturas sepan de dónde viene el perfume. Lo ha aprendido en su Maestro y consanguíneo, San Juan de la Cruz. Para no afligirle no llorará delante de Dios. « ¿Llorar delante de Dios? No, para no entristecerle». Por lo mismo sonreirá durante las disciplinas. Quiere coger a Jesús por el Corazón. Si un niño se echa al cuello de su madre... todo lo consigue. Y esto vale para todos, aunque fuera una gran pecadora como Magdalena o el buen ladrón.
Jesús, quién dijo "dejad que los niños se acerquen a mi", fue El mismo niño y quiere que seamos humildes y puros como niños para entrar en el Su Reino. Al meditar sobre su niñez, Jesús nos bendecirá y suscitará en nosotros sus virtudes.
La devoción al Divino Niño siempre había sido practicada por los carmelitas. Santa Teresa de Jesús practicaba una devoción muy particular al Divino Niño. Igualmente lo hacía Santa Teresita, llamada la "pequeña flor de Jesús".
La devoción al Divino Niño siempre había sido practicada por los carmelitas. Santa Teresa de Jesús practicaba una devoción muy particular al Divino Niño. Igualmente lo hacía Santa Teresita, llamada la "pequeña flor de Jesús".
Un día, mientras que el padre Cirilo rezaba devotamente ante la estatua milagrosa, oyó una voz que le decía:
"Ten piedad de mi y yo tendré piedad de vosotros. Devolvedme mis manos y yo os daré la paz. Cuánto mas me honren, tanto mas os bendeciré."


